La total exposición de las Personas Sin Hogar frente al COVID

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Creemos, desde HORMIGA DEL COSMOS que debiera cundir este ejemplo de movilización que, desde las entidades sociales implicadas con proyectos de sinhogarismo, visibilicen y reclamen a la admon. pública la vacunación inmediata de este colectivo que se sitúa en el más bajo escalón de vulnerabilidad de nuestra sociedad.

Ramón y Cajal dijo que si alguien quería ser invisible para los hombres, sólo tenía que ser pobre. Y dentro de esta legión olvidada, la persona sin hogar es el invisible entre los invisibles. En Rumanía y en algunas zonas de Alemania, además de en otros países, se lo ha considerado objetivo prioritario para la vacunación contra el coronavirus. No ocurre así en España, como se lee en la carta dirigida al Ministerio de Sanidad por la Fundación Hogar Sí, que solicita cambios a este respecto. Gonzalo Caro es el responsable de Relaciones Institucionales en esta plataforma.

¿Cómo marcha la vacunación de personas sin hogar?

No se está viendo a las personas sin hogar como un colectivo específico, así que no podemos saber cómo va la vacunación de estas personas. Sabemos que las están vacunando en función de su rango de edad. Así que ¿en teoría van a ser vacunadas? Sí, cuando les toque, pero no sabemos si se están desplegando acciones específicas para captarlas, ni sabemos qué están haciendo para localizar a aquellas personas sin tarjeta sanitaria, que son alrededor de un 20%. También hay que tener en cuenta que el 60% de las plazas existentes destinadas a ellos son de alojamiento colectivo, es decir, albergues. Y, aunque es cierto que los albergues se han adaptado, son lugares en los que el riesgo de contagio se incrementa. Un estudio canadiense señala que, aproximadamente, las personas en situación de sinhogarismo tienen cinco veces más posibilidades de fallecer por coronavirus, y diez veces más posibilidades de contagiarse.

Desde el Centro de Prevención y Control de Enfermedades, se ha subrayado la importancia de trabajar a partir de centros de día, albergues o refugio. ¿Qué ocurre con las personas que no frecuentan estas instituciones?

Hay rutas de calle, que en algunas ciudades recaen sobre las administraciones públicas y en otras, sobre entidades del tercer sector. El Centro de Prevención y Control, entre sus recomendaciones, dice también que se pongan vacunan de una de sola dosis, como la Janssen, ya que esto significa que, tras localizar a esa persona y vacunarla, sería completamente inmune, con lo que no habría por qué citarla de nuevo, ni volver a localizarla. También sería bueno para las personas en albergue, ya que las plazas no son permanentes, sino de media o larga estancia. Los albergues desplegados para las campaña de frío tienden a ser ocupadas durante tres o cuatro días, con lo que no existe garantía de que una persona sin hogar sea localizada en el mismo albergue varias semanas después de la primera dosis.

También hablaban en su carta de que diversos países habían abordado la vacunación de las personas sin hogar. ¿Llega tarde España?

La sensación es que ni siquiera lo está abordando. Nosotros enviamos dos cartas, una a la Ministra de Sanidad, y otra al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, y no hemos recibido respuesta. No es por equiparar, pero las personas ingresadas en centros penitenciarios sí están contempladas como grupo propio de vacunación. Al menos alguien sí ha pensado en ellas.

Al igual que en la figura del asistente a personas sin hogar y no, en cambio, en las propias personas sin hogar.

Exacto, los trabajadores sociosanitarios, entre los que se encuentran quienes trabajan con personas sin hogar, han sido colectivos prioritarios, pero no las personas sin hogar.

¿Qué ocurre, en las personas sin hogar, con el acceso a otro tipo de asistencias, como el ingreso mínimo vital?

Eso es lo que le hemos dicho a las administraciones, que no es sólo un problema con el ingreso mínimo vital, sino con algunos sistemas de rentas mínimas de algunas comunidades autónomas. Lo que se ha hecho es cambiar el decreto, tras trasladarle al Ministerio de Inclusión que la formulación original de este dejaba a las personas sin hogar fuera. A través de certificados que pueden emitir los servicios sociales y algunas entidades del tercer sector debidamente acreditadas, los requisitos ahora se relajan para las personas sin hogar.

Se suele decir que este ingreso mínimo llega a un porcentaje minúsculo de personas que lo necesitan. ¿Esta impresión se repite en las personas sin hogar?

No tenemos datos, pero hay muchas barreras que lo dificultan, como la del empadronamiento o su tramitación telemática, ya que no se trata sólo de acceder a un ordenador, sino que es necesario tener competencias o un certificado digital, lo que en personas en situación de extrema pobreza supone una gran dificultad. Acreditar determinados requisitos, como darse de alta como demandante de empleo o la situación convivencial son trámites que se van sumando, y que personas que se encuentran sin hogar difícilmente pueden cumplimentar.

¿Cómo ha sido el confinamiento para una persona sin hogar?

Ha sido muy distinto, porque ha tenido varias fases. Cuando comenzó a desaparecer gente de las calles, los que teníamos un hogar nos dijimos: si yo estoy en casa, ¿qué ocurrirá con las personas sin hogar? A partir de ahí, tanto el Gobierno como las administraciones autónomas empezaron a actuar, abriendo plazas en lugares colectivos, aprovechando albergues juveniles, polideportivos, etc. Nosotros llegamos a computar 7.000 plazas nuevas para personas sin hogar, y la mayoría en albergues. Pero, ¿qué paso? Que cuando acabó el confinamiento, las plazas volvieron a cerrarse, así que deberíamos hacer una reflexión. Si es necesario habilitar 7.000 plazas extraordinarias en el primer confinamiento, significa que, en España, faltan 7.000 plazas en un día normal, sin pandemia.

Por lo que dice, tanto en el confinamiento como con la vacuna o el ingreso mínimo vital se percibe una tónica general, y es que las administraciones olvidan la figura de la persona sin hogar hasta que la sociedad se la recuerda.

Lo que ocurre es que hablamos de un colectivo de entre 30.000 y 40.000 personas que vive en una gravísima situación de exclusión, y muchas veces, los procedimientos se diseñan pensando en quien no está en estas circunstancias. No es un colectivo como otros que suele autoorganizarse para reivindicar sus derechos, con lo que logran introducir esta perspectiva por sí mismos como ocurre con otros colectivos. Con un amplio espectro de grupos sociales, no sólo las personas sin hogar, suele pasar esto, que se olvide que lo importante no es que todo esté perfecto, sino no dejar gente fuera. Nosotros siempre decimos que si esta gente tuviese acceso a una vivienda, muchos de estos problemas de los que hablábamos (vacunación, confinamiento, ingreso mínimo vital) serían muchísimo menores. A veces, gastamos más invirtiendo en dispositivos especiales para salvar la ausencia de una vivienda, que en proveer, directamente, a estas personas de una vivienda. J. Mármol

HORMIGA DEL COSMOSRIGHT

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